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Los Comuneros (grupo Lujuria)

El 'Poema de los Comuneros', con el que el poeta Luis López Álvarez glosó la revuelta comunera que en el siglo XVI se rebeló contra el rey Carlos I, suena a ritmo de 'heavy metal' merced al trabajo del grupo segoviano Lujuria. El cantante y líder de Lujuria, Óscar Sancho, explicó que la obra de López Álvarez "es un canto a la libertad y un reconocimiento a un grupo de hombres y mujeres que supieron decir no a una situación de injusticia contra la que pelearon hasta dar sus vidas".

Las campanas de San Pablo - Lujuria
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Mercenarios sois del reino - Lujuria
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Castilla se inflama - Lujuria
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Las campanas de San Pablo
 han cesado de tocar.
 De pie, los procuradores
 se yerguen para mirar
 al rey postrado de hinojos
 a la izquierda del altar.
 El de Burgos, por las Cortes
 le ha comenzado a exhortar.

Si nos hallamos reunidos
 es por haceros jurar
 los fueros y libertades
 que tendréis que respetar.
 Una vez que hayáis jurado
 las Cortes os jurarán
 soberano de Castilla
 sin deciros majestad,
 que es tratamiento extranjero
 que Castilla no ha de dar.
 Mercenario sois del reino
 nunca lo habéis de olvidar.
 Si al servicio estáis del pueblo
 el pueblo os lo pagará.
  A Aragón se fue don Carlos
 y Aragón le hizo esperar
 que hasta pasados seis meses
 nadie le quiso acatar.
 Dos años han transcurrido
 cuando vuelve a la ciudad
 en que rey fue proclamado
 sin decirle Majestad.
 Las calles están desiertas
 nadie se quiso mostrar
 que el rey faltó a su palabra
 y a más no pudo faltar.

Como Castilla se inflama
decide de convocar
las Cortes en Compostela
donde mejor dominar.
Temiendo ya por su vida
abandona la ciudad
al amparo de la noche
y la lluvia torrencial.
En Compostela las Cortes
no le llegan a votar
el servicio que les pide
para hacerse coronar.
A aquellos que se le oponen
el rey les hace expulsar
y a los que aún le resisten
el rey los sobornará.

Con Toledo sin piedad - Lujuria
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La traición de los suyos - Lujuria
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Castilla se pertenece - Lujuria
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En Toledo los vecinos
se han llegado a sublevar,
los regidores reunidos
formaron comunidad.
Los toledanos afirman
que solos se regirán
y han elegido una junta
que preside un capitán.
Es su nombre caballeros,
venerado en la ciudad,
es su apellido Padilla
pero su nombre es Don Juan.
Don Carlos que Adriano queda,
un flamenco cardenal,
de regente de Castilla
para poderse ausentar
le ordena que con Toledo
se proceda sin piedad.

En Castilla mientras tanto
verdecieron las laderas
se estremecieron los chopos,
se enjambraron las colmenas.
Los procuradores tornan
pesarosos a su Tierra
que antes de partir juraron
que nunca el servicio dieran.
Mas el que manda acostumbra
a sobornar las conciencias
de los que el pueblo envía
portador de sus protestas.
Pero no hay traición que quede
por mucho tiempo secreta:
de la traición de los suyos
los castellanos se enteran.

En Segovia al enterarse,
 los vecinos se concentran.
 Es Juan Bravo quien les manda
 Juan Bravo quien les arenga.
 Mensajeros afanosos
 se expanden por la meseta
 y en la razón de los otros
nuevas razones encuentran.
 El pueblo se da a sus jefes
 expulsa a los que le dieran
 y subiéndose a los montes
 comunica por hogueras.
 La justicia no es del Rey
 que es el pueblo quien la lleva
 Castilla se pertenece
 a nadie perteneciera.
 Ya Adriano ha convocado
 el Consejo de Regencia
 y precipita sus tropas
 a reprimir la revuelta.
 Los segovianos se arman
 y sosegados le esperan
 que Segovia no se rinde
 Segovia no se doblega.

Ojos de presa - Lujuria
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El morado comunero - Lujuria
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Demonios de la batalla - Lujuria
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Adriano se consulta
en Consejo de Regencia
por vencer a los segovianos
no sabe lo que no diera.
Hacia Medina del Campo
vuelve sus ojos de presa
que es Medina a la sazón
una ciudad artillera.

Comunes el sol y el viento,
común ha de ser la tierra,
que vuelva común al pueblo
lo que del pueblo saliera,
ya cunde en toda Castilla:
la rebelión comunera.
Mas los vecinos reunidos
deciden negar las piezas.
Medina, cara, muy cara
pagará tanta nobleza.
Los soldados del Consejo
de la ciudad se apoderan
Y derramando alquitrán
prenden fuego con sus teas.
Comunes el sol y el viento,
común ha de ser la tierra,
que vuelva común al pueblo
lo que del pueblo saliera,
ya cunde en toda Castilla:
la rebelión comunera.

Una mañana de Agosto

los capitanes del pueblo

al frente de las mesnadas

se alejan hacia Adanero.

Pronto la noticia corre

por los llanos y los tesos.

Los que varean la lana,

dejan la lana en el suelo,

las que vienen de los pozos

posan los cántaros llenos.

Acuden de todas partes

menestrales y labriegos.

Llegados frente a Medina,

se detienen en silencio.

Quedan en pie sólo muros

calcinados por el fuego.

Como algunos medinenses

se afanen a los aleros,

Juan Bravo picando espuelas

se precipita a su encuentro.

"Nunca olvidará Segovia

lo que por ella habéis hecho"

Avanzan, pasada Rueda,

entre cardos polvorientos,

les queman del sol sus armas

se levantan los vencejos,

Padilla, Bravo y Zapata

van cabalgando parejos,

cuando surge en los pinares

un grupo de caballeros:

"En nombre de Tordesillas

venimos a vuestro encuentro.

Si pronto no nos llegarais

nos llegarán los flamencos

que ya han querido llevarse

la reina de su convento".

Los vecinos les reciben

con muestras de gran contento.

Hasta la plaza han sacado

morados pendones viejos

y las mozas se han prendido

el morado comunero

sobre las mantillas blancas,

sobre los corpiños nuevos.

¡Cómo vuelan las campanas

al entrar los comuneros!

Tras haberse concertado

Padilla y sus caballeros

se dirigen al palacio

que sirve a Juana de encierro.

"Nada os han dicho, señora,

de la invasión de extranjeros

ni del pechar implacable

que han convertido en saqueo.

Castilla tan presa estaba

como Vos en vuestro encierro".

La reina nombra a Padilla

General de sus ejércitos

y le pide que la Junta

se convierta en su gobierno.

¡Cuan gozosos abandonan

a Juana los Comuneros!

Se aferran a reina loca

por no asirse ya a rey cuerdo.

¡Loca estuviera la reina

para juntarse a su pueblo!

Traidores y criminales contra nosotros batallan - Lujuria
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Apunta ya el nuevo día - Lujuria
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Canto de esperanza - Lujuria
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Ya apunta en el horizonte,

ya aparece Villalar.

Los soldados comuneros

salieron del lodazal,

van corriendo por las eras

hasta a las casas llegar,

e instalando allí las piezas

comienzan a disparar.

Ya llegan los imperiales,

 encima les tienen ya.

 ¡Traidores, y criminales,

 contra nosotros batallan,

 traidores y criminales,

 que a sus vecinos mataban

 por haber dado a la Junta

 cuanto tenían en casa!

 Ya apresan a Maldonado,

ya comienzan a avanzar

Padilla picando espuelas,

lanza al aire ¡LIBERTAD!

Poco a poco caen sus hombres

heridos o muertos ya.

A Juan Bravo, espada en puño

le acaban por apresar.

Ya llegan los imperiales,

encima les tienen ya.

¡Traidores, y criminales,

contra nosotros batallan,

traidores y criminales,

que a sus vecinos mataban

por haber dado a la Junta

cuanto tenían en casa!

Anochece ya en los campos,

solo se oye el gritar

de comuneros heridos

que acaban de rematar.

No tardan mucho los nobles

en pronunciar su sentencia:

Juan de Padilla y Juan Bravo

que paguen con sus cabezas.

Al caer del mismo día

se añadirá una tercera.

¡Traidores, y criminales,

contra nosotros batallan,

traidores y criminales,

que a sus vecinos mataban

por haber dado a la Junta

cuanto tenían en casa!

Apunta ya el nuevo día,

tras sacarles de sus celdas,

los caballeros van dignos

bien erguidas las cabezas.

Un pregonero abre paso

gritando a la concurrencia:

"Justicia en nombre del rey

y el Consejo de Regencia.

Por su traición y su infamia

los caballeros perezcan".

Juan Bravo no se retiene:

"Cumplid pronto la sentencia

pero llamarnos traidores

nadie puede en esta tierra.

Mientes tú vil pregonero

y aquel a quien obedezcas,

nuestra culpa fue ocuparnos

de los pueblos de esta tierra".

Ya se vienen a Juan Bravo,

ya le arrodillan en tierra,

ya el hacha se ha levantado,

ya le cortan la cabeza.

Queda un instante Padilla

mirándole con fijeza,

mira luego hacia las nubes

y de hinojos cae por tierra.

Su cuello tiende hacia el tajo

el hacha ya le cercena.

Mil quinientos veintiuno

y en abril para mas señas,

en Villalar ajustician

quienes justicia pidieran.

¡Malditos sean aquellos

que firmaron la sentencia!

¡Malditos todos aquellos

los que ajusticiar quisieran

al que luchó por el pueblo

y perdió tan justa guerra!

Desde entonces ya Castilla

no se ha vuelto a levantar

en manos de rey bastardo

o de regente falaz.

Desde entonces ya Castilla

no se ha vuelto a levantar,

siempre añorando una Junta,

o esperando un capitán.

Quién sabe si las cigüeñas

han de volver por San Blas,

si las heladas de marzo

los brotes se han de llevar,

si las llamas comuneras

otra vez crepitarán,

cuanto más vieja la yesca,

más fácil se prenderá.

Cuanto más vieja la yesca,

y más duro el pedernal.

Si los pinares ardieron

aún nos queda el encinar.

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